Y hoy, queridos amigos, toca el tema “razón Vs corazón” o “esas bonitas batallas que se montan en tu cabecita”
Porque normalmente (o por lo menos en mi caso) nunca están de acuerdo, si hace años me tiraba más el corazón y me negaba a escuchar a la razón hasta el momento de la llegada de las consecuencias (corazón licuado, dientes rotos del jostión, magulladuras en el alma, barro en los sentimientos, un rincón especial para lamer heridas y pegarte cuatro llantos…) y por tanto mi filosofía se basaba en curar más que prevenir.
Ahora, simplemente evalúo los posibles daños, intento anticiparme a lo que puede pasar (o no) porque seamos sensatos, no es lo mismo conocer a alguien sencillamente, que te guste, empezar a quedar y ver a donde os lleva la cosa, que partir de una base dolorosa, como que el tío en cuestión lleve un anillo, que tenga cualquier tipo de problema, o que viva a una distancia muy considerable de ti. No es lo mismo, y aunque las consecuencias puedan llevar al mismo lugar, “el jostión de la muerte” seguramente el camino que lleve a ese lugar sea bastante más duro en cualquiera de las segundas opciones que en la primera.
Habrá a quien le dé igual. Habrá a quien estas cosas sólo sean minucias. Habrá quien considere que lo importante es el sentimiento, y que lo demás, ya se irá viendo. Habrá quien exponga su corazón de par en par, y que enfrentará el daño llegado el caso. Habrá quien considere que pensar como yo es de ser imbécil – y no le faltará razón tampoco – pero es lo que pienso, y son mis criterios para evaluar una situación.
Pero si además añades a la dificultad intrínseca de esa relación un miedo atroz y desbordante (paralizante más bien) a que te hagan daño, la incapacidad para dejarte llevar va a ser brutal, y seguramente intentarás que tu corazón se quede callado argumentando que velas por su salud, y él, que reclamará, te llorará, y te dirá que sus razones tú no las conoces, acabará en la batalla campal donde la invitada estrella será la Incoherencia.
Y estarás saltando de incoherencia en incoherencia, de subida y bajada, de dudas y temores aunque hayas tomado una decisión. Aunque hayas optado por lo que se supone que es fácil, – aunque no sea tan fácil porque se genera un conflicto en toda regla – cuando te han destrozado, dejado el corazón a cachos, pisoteado y en los huesos en las distintas ocasiones en las que has apostado, cuando te has dado con el suelo de morros en exceso y estás todavía con heridas descosidas… lo mejor que puede hacer tu corazón por ti es ponerse una mordaza, dejar de gritar que estás equivocada porque tú sabes que no, que estás en lo cierto y que en cabeza fría no entran dolores ni daños.
A veces no haces lo que quieres, sólo lo que crees que debes hacer aunque te canten…
y han dicho…